En el muelle, dorado por los reflejos y el silencio, donde el agua acaricia pensamientos lentos, una dama se inclina, juniana e imponente, ante una copa con mirada indulgente. El vino espumoso, danzando en la copa, refleja las brasas del delicado pescado. El mar crepita en una fina capa, la nariz ya sueña con un sabor delicado. Pero más que la puesta de sol, el plácido canal, más que los igualmente encantadores bancos de arena, lo que impacta es su lomo, que reposa orgulloso, como una duna teñida de rosa por el tiempo. Horizonte abundante, glorioso, maternal, se mueve al soplo de brisas alegres, un himno al placer, a la forma que acoge, que desafía las modas, que conquista los umbrales. Quien mira la laguna la encuentra divina, pero la mirada queda encantada por ese amplio paisaje marino que el liguero abraza con fe devota, una obra viva, carnal y remota. Y mientras bebe, con lento pensamiento, entre el vino, el silencio y el aroma sincero, ofrece serenamente ese noble regalo... un trono de curvas, de gracia y de perdón.
Fecha: 14-10-2025 08:15:02
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Cornutoveneto
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Informe falso (FAKE)